Cuanto más comercio, ¿mejor?
El nuevo libro de Christian Felber, Por un comercio mundial ético, ya está disponible. Os dejo a continuación algunas ideas que he sacado de la lectura.
1.- La cuestión del comercio se trata como una religión (¿te suena?). Parece que cualquiera que proponga cualquier mínima restricción ya es un radical. De hecho, en economía es algo que se da por sentado: el comercio es bueno.
2.- El comercio no debe ser un fin, sino un medio. La prueba es que no permitimos el comercio de esclavos, de órganos,... Es decir, que sí que somos conscientes de que hay límites. El fin ha de ser el desarrollo, los Objetivos del Milenio, la igualdad,... pero no el comercio per se.
4.- No es necesario que todos los países se pongan de acuerdo para empezar a cambiar las cosas. Basta con que algunos empiecen y den los primeros pasos, por ejemplo, no permitiendo que se vulneren las normas medioambientales o no permitiendo el trabajo infantil. Al principio, la Declaración de Derechos Humanos solo la firmaron 35 países, el resto se adhirió luego. Lo mismo pasaría aquí.
5.- En la historia, claramente el librecomercio ha sido la excepción y el proteccionismo la regla. Además, como dice el subtítulo del libro, no hay que elegir entre librecomercio y proteccionismo, sino entre comercio ético o no.
6.- No te dejes engañar por las palabras. Cuestionarte el "libre" comercio no significa que te opongas a la libertad. Las palabras siempre están muy bien elegidas...
7.- Es un sinsentido que, por ejemplo, los tratados de la Unión Europea se pongan como objetivo eliminar los aranceles. ¿Acaso no controla el banco central el tipo de interés, y no precisamente para criminalizar la inversión? Pues lo mismo con los aranceles, son un instrumento de la política económica, como también lo son los impuestos y otros muchos.
8.- No puede haber un trato igual entre desiguales. Los países más pobres necesitan tiempo para desarrollarse. Para ayudarlos, en vez de explotar sus recursos y a su población, quizás sería más útil darles ventajas comerciales, condonarles parte de la deuda que les hemos obligado a asumir,...
Como en otras tantas cosas, Keynes ya se adelantó. Con una cita suya acabamos hoy:
"Las ideas, el conocimiento, la ciencia, la hospitalidad, o los viajes, deberían ser, a causa de su propia naturaleza, internacionales. Pero dejemos que los productos se hagan en casa, siempre que sea razonable, apropiado y posible y, sobre todo, mantegamos las fianzas en un contexto nacional".
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